CARLOS BLANCO SÁNCHEZ

Muchos no saben que mis padres me llevaron a nacer a un pequeño pueblo de pescadores a orillas del mar. A los seis meses deshicieron el camino pues, debieron pensar que, si crecía en aquel ambiente, pasaría los días enteros chapoteando entre las olas, recogiendo conchas, piedras, admirando el vuelo de las gaviotas, observando el horizonte y, tal vez, no habría manera de regresar a esta tierra salmantina a la que adoro. Aquí, las gaviotas se convierten en cigüeñas y milanos, las piedras en robles y encinas, las conchas en saltamontes y grillos, las olas en mieses y, cuando cada tarde observo el horizonte, en cada puesta de sol recuerdo las primeras canciones, los primeros  poemas y los primeros cuentos que de sus bocas escuchaba.

Con once años comencé a escribir. Me hice maestro y, desde entonces, cada noche, mientras la mayoría duerme, amaso versos que al día siguiente, recién horneados, entrego a mis alumnos. Sus ojos me indican que debo seguir con ello. Cuando regreso a casa tengo la impresión que hay muchos niños a los que sus padres nunca les cantan, nunca les leen un poema, nunca les cuentan un cuento antes de ir a dormir y nunca juegan con ellos. Me da mucha pena porque esas caricias son imprescindibles para crecer felices.

Todas las editoriales de Literatura Infantil deberían incluir a niños para seleccionar las obras a editar y solo adultos con corazón y alma de niño deberían gestionarlas. Solo así se asegurarían que los libros editados serían los más divertidos, los más interesantes y, en definitiva, los que a los niños les encantan.

En Amigos de Papel hay niños y adultos con corazón y alma de niños, por eso mi agradecimiento ante la puerta que me abren para que todos podáis disfrutar con mi obra. Gracias por esta aventura maravillosa.


En Amigos de papel se estrena con La bruja Piruja

Si quieres saber más del autor visita su blog:

http://chachiycalacala.blogspot.com.es/